Muchos cristianos tratan de vivir la vida cristiana con sus propios recursos, pero eso es imposible. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Debemos permitir que el Espíritu Santo cambie nuestra manera de pensar, depender de él para obtener el poder para vivir una vida santa, permitirle ayudarnos a comprender cuál es nuestra nueva posición en la familia de Dios y las responsabilidades que ello acarrea y depender de su intercesión en nuestras oraciones. Ningún creyente puede vivir la vida cristiana y experimentar la victoria espiritual sin depender totalmente del Espíritu Santo.